martes, 5 de marzo de 2013

crecer es una decisión que puede hacer realmente la diferencia.


Qué curioso resulta ver ahora todo el camino recorrido desde la primera entrada en el blog, hasta ahora. Las cosas, y sobre todo los pensamientos, sobre la evaluación han cambiado de una forma sorprendente. Mirad dónde hemos llegado, contemplad lo que ha surgido gracias una reflexión tras otra sobre la evaluación; algo que representaba un significado tan negativo ha llegado a convertirse en algo con un significado realmente genial: crecer.


A lo largo del trimestre hemos profundizado en lo que viene a ser la problemática de la evaluación tradicional, sus más y sus menos; dejando así, que cada uno de nosotros reflexionara sobre las distintas formas de evaluación y lo que conlleva todo esto. El primer problema que surge es la forma de plantear los criterios de evaluación. En la mayoría de casos, los alumnos no tienen ningún tipo de idea de cómo van a ser evaluados, y si disponen de los criterios, es posible que ni siquiera los entiendan. Como ya trabajamos en una de las sesiones, los criterios de deben presentar al alumno de una forma legible para ellos y adecuada a su nivel.

¿Qué representa el examen final? Representa que el estudiante se juega toda su nota en una sola fase, una sola “tarea”. Desde mi punto de vista, es una forma muy injusta de evaluar, sin tener en cuenta el proceso de aprendizaje del alumno, todo el proceso de crecimiento personal. En su lugar, existen distintos métodos (como ya hemos comentado en clase), como por ejemplo: un portfolio personal, dónde el alumno puede ver su progreso evolutivo y el profesor también, a parte de darle al alumno un feedback constructivo, y no un simple número. De esa forma de evaluar, sacaremos (tanto profesores, como alumnos) un lado bueno a la evaluación, otorgándole un papel realmente importante e indispensable para todos. De una vez por todas, usaremos el error como una herramienta de aprendizaje, y no una forma de penalización.

Parece mentira lo que ha llegado a evolucionar esta reflexión. Dándole tantas vueltas, resulta extraño no haber implantado ya un sistema de evaluación así en las distintas instituciones educativas del país. Sin embargo, siendo realistas, es un método muy costoso de realizar y pautar. Los profesores ya están habituados a un modo de evaluación y, en algunos casos, resulta difícil cambiar esta costumbre. Pero con el esfuerzo de todos puede conseguirse. Debemos evolucionar, seguir creciendo como profesores, crecer como alumnos y, sobre todo, hacer crecer a nuestra autoestima e inteligencia con métodos que nos demuestren que lo que estamos haciendo, realmente, vale la pena. 

domingo, 17 de febrero de 2013

¡optimismo! ¡pensamiento positivo!


Reflexionando, pensando, observando, documentándome...
Ahora sí, la evaluación ya no es lo que era para mí. Después de varias sesiones reflexionando sobre diferentes tipos de evaluar y los factores más importantes, veo la luz al final del túnel, tengo esperanza por una evaluación con una connotación positiva. El tema desarrollado durante las últimas sesiones que me ha interesado mucho consiste en cómo tratar el error y las diferentes estrategias de las que disponemos para evaluar y enseñar a auto-evaluarse.

El pasado lunes 11 de febrero, empecé el curso de Iniciación a la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera. En una sola semana de curso, he tratado temas de las asignaturas de Ensenyament de Llengües, Materials didàctics de les Llengües y de la que estamos cursando en este momento: Currículum i Avaluació de Llengües. Da la casualidad de que ahora mismo también estamos tratando la forma de evaluar a los alumnos y la importancia de que ellos sean auto-críticos, como ya comenté en la entrada anterior.

Leyendo el artículo Enriquecimiento consciente de las propias producciones escritas a lo largo del curso he vinculado lo expuesto con lo que he visto en el curso, sobre la importancia de crear un portfolio o dossier, como el Portfolio Europeo de las Lenguas.  Los dos tipos de trabajos mostrados en el artículo son, desde mi punto de vista, grandes ideas para que los alumnos ayuden al crecimiento de su aprendizaje y, además, a su mejora y perfeccionamiento. El conocimiento debe ser adquirido paso a paso, a través de diferentes actividades que ayuden a comprender e interiorizar el conocimiento. Todo tipo de ejercicios son útiles a la hora de enseñar y hacer que los alumnos vean su aprendizaje; simplemente necesitamos una forma de compilarlos todos y poderlos consultar siempre que sea posible. Poco a poco, la compilación de "conocimientos" se transformará en una fuente de autoestima, será la prueba de que el aprendizaje da sus frutos.

El trabajo dinámico con catálogo de errores a lo largo del curso constituye una buena estrategia para detectar los errores más comunes en cada texto, de una forma gradual. Al final del curso, seguro que a partir de ello pueden ver su progresión a lo largo de sus estudios. El trabajo dinámico de vocabulario ayuda a los alumnos a reutilizar el vocabulario de temas anteriores e incorporar el nuevo, cosa que ayuda a interiorizarlo y a ser más conscientes de su uso.

Una cuestión que creo que se trata de un aspecto muy importante es la importancia de mostrar a los alumnos que los errores no son aspecto negativo en el aprendizaje, sino un indicador de lo que necesitamos mejorar. Debemos ser positivos y atribuir connotaciones positivas para deshacernos de lo denotativo, lo que no nos deja avanzar. ¡Debemos ver siempre el vaso lleno! ¿Cómo lo veis vosotros? 


 ¿Vaso medio vacío?
¿Vaso medio lleno?
¡Pues yo quiero y veo un vaso totalmente lleno!


viernes, 1 de febrero de 2013

tan expuesto a la crítica como a la gripe.


Van pasando las semanas y mi visión de evaluación ya no es lo que era, ya no aparece una visión notablemente negativa sino que aparece en ella una crítica, tanto negativa como constructiva; es decir, he pasado a una imagen neutra. Debemos recordar que una crítica no conlleva necesariamente una visión negativa, ya que criticar forma parte de aprender.

Estamos empezando a aprender lo que sería guiar, enseñar, aprender y evaluar; es decir, a ser unos auténticos profesores con criterio. Es muy importante que tengamos en cuenta que el paso de la evaluación es muy importante a la hora del aprendizaje. El profesor debe conseguir la motivación del estudiante y la suficiente fuerza para que sepa aprender de los errores. Aprender de los errores no se trata de algo negativo, sino algo de lo que se puede aprender, y mucho. Por otro lado, es importante tener claro que aparte de que los profesores transmitan conocimiento en las clases, los alumnos también deben ser autocríticos.

Siendo autocríticos podremos evaluar nosotros mismos el trabajo realizado, nuestra evolución y aprendizaje, y podremos darnos cuenta de si realmente hemos aprendido todo lo que se esperaba. Y es aquí cuando empieza la cuestión: ¿cómo seremos evaluados, bajo qué criterios? A partir de este punto son el profesor y el alumnado quiénes deben autoevaluarse e intentar mejorar en la medida de lo posible todo lo que necesite una mejora y retroalimentarse. Como bien se dice en el video “Avaluar per motivar”, es importante enseñar lo que se va a evaluar y también evaluar lo que se enseña, y gracias a ello, surge una cooperación entre alumno y profesor. 

Pero seamos realistas, la autoevaluación esta subestimada. Normalmente se acaba considerando que el alumno no está suficientemente capacitado para autoevaluarse, pero aunque muchas veces puede ser cierto, debemos dejar que el alumno critique su aprendizaje y muestre qué es lo que piensa de ello. Si no dejamos que sean autocríticos consigo mismos, ¿cómo van a saber criticar y juzgar en otras ocasiones? Deben entender que la crítica constructiva propone nuevas soluciones a los problemas o defectos que se expongan en la crítica. Por lo tanto, desde mi punto de vista, la autoevaluación es una negociación entre alumno y profesor, donde ambos muestren y critiquen, y posteriormente lleguen a un acuerdo.

Gracias a diferentes visiones sobre el aprendizaje, vemos que hay varias opciones posibles a la hora de evaluar. Por ejemplo, la evaluación mediante tareas no implica necesariamente un examen (¡uff!), sino que se te evalúa mediante todas las prácticas y tareas que realizas. Estas tareas evalúan diferentes competencias, según la fase del trabajo. El profesor solo es responsable de proporcionar al alumno todas las herramientas necesarias para poder resolver el problema, y el alumno debe saber cómo manejarlas. Aunque, todos sabemos que es difícil constituir una tarea que englobe todas las competencias, criterios de fiabilidad, etc. Pero en realidad, ninguno de los sistemas de evaluación es perfecto, cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y débiles. Sin embargo, tal y como estamos descubriendo, existen muchas alternativas a la hora de evaluar.

En conclusión, creo que debemos ver la evaluación como un método más de aprendizaje ya que nos brinda la oportunidad, en la mayoría de ocasiones, de ser autocríticos y juzgarnos a nosotros mismos y a nuestra evolución. Y también creo que debemos dar una oportunidad a otras alternativas de evaluación y cambiar el concepto negativo que conlleva dicho término. Acerquémoslo un poco más a nuestras ansiadas “flors y violes”... 

domingo, 20 de enero de 2013

nadie nace aprendido


¿Qué os viene en mente en cuanto al término “evaluación”? Esa fue la pregunta planteada en clase que me hizo reflexionar sobre qué pienso realmente sobre este concepto y de cómo me enfrento a ello dependiendo de la situación. A veces, no es fácil.

Desde bien pequeños empezamos a experimentar diferentes evaluaciones durante nuestra vida. Al fin y al cabo, la evaluación no es más que estimar, calcular o señalar el valor de algo. Recuerdo diferentes tipos de evaluaciones, dependiendo de mi edad. Empezamos por señalar las acciones bien hechas en la guardería con colores, el “progressa adequadament” o “necessita millorar” de primaria, etc. Normalmente, la evaluación ha tenido un significado más complejo y destructivo para mí, ya que soy una persona insegura y, en ocasiones, con poca fuerza de voluntad. Naturalmente, la evaluación es necesaria para conseguir títulos y méritos; pero hay diferentes maneras de plantearla y, por supuesto, afrontarla.

La evaluación suele medirse, en la mayoría de casos, con exámenes. Por eso, la evaluación está directamente ligada al concepto de examen y posteriormente, a largos maratones de estudio. Por lo tanto, lo primero que viene a mi cabeza cuando pienso en evaluación suelen ser las largas horas de estudio y el mal rato del examen. Diferentes maneras de estudiar un examen y remedios caseros para mantener lejos el sueño son algunas de las cosas más comunes en fechas de exámenes. Todos sabemos que se pasa mal, hay mucha presión y nervios. Sin embargo, cuanto mayor es el esfuerzo, mayor es la recompensa. La cuestión es trabajar duro y esforzarse; visto que, como una buena amiga de Tenerife siempre me recuerda, nadie nace aprendido. 


Cabe destacar, que en la universidad las cosas han cambiado. En nuestro caso, hemos experimentado diferentes formas de evaluar, algunas más llevaderas que otras, pero al fin y al cabo, con la misma eficacia. Es por eso que la evaluación empieza a tener un sentido menos oscuro y destructivo, ya que es importante mencionar que forma parte de nuestro aprendizaje y constituye una parte más de nuestra formación. Poco a poco voy dejando mi inseguridad a un lado, y intento afrontar la evaluación de una forma positiva, pensando en ella como un repaso de todo lo aprendido.